domingo, 9 de junio de 2013

El lugar del homicidio

En los sueños, una traquea de vaca muerta ensangrentada,
la quiero estrangular con esas manos que ya no son mías.
Matar, matar, matar, hacer explotar la ira contra la frente.
Que el rojo se libere por el cuerpo amorfo de la oscuridad,
 ¿quién no ansío alguna vez estrangular al miedo parlante?

Es sabido que a las voces se las acalla con más y más ruido
y que son ciertas las sustancias de extrema pureza saturada
que ayudan a que el ruido se vuelva el ansiado equilibrio
y las voces adquieran jerarquía de palabras con cuchillos.

Si así ha de ser, este es el lugar del homicidio marcado a tiza.
Donde las orejas harán la autopsia de un cuerpo recién nacido,
de un asesino que no se escapó por la ventana, que se murió
en el intento eterno de estrangular a la vaca dorada de ausencia.

MER.

Mayo, 2013