jueves, 20 de octubre de 2016

NOSOTRAS PARAMOS Y NOS PARAMOS

PARO NACIONAL DE MUJERES, VIVAS NOS QUEREMOS. 19 DE OCTUBRE 2016

Nos tocó un día gris en casi todo el territorio, son muchas las ciudades en la que las mujeres marchamos con la ropa y las pancartas mojadas. Será que dios definitivamente es machista como decía la compañera Adriana desde Buenos Aires.

En Tucumán una mujer era prendida fuego por su pareja, otra era asesinada por su hermano en Mendoza, y otra joven violada por tres hombres en Mar del Plata. Aún en paralelo la cgt tomaba el té, como dijo la compañera Luciana, con el gobierno que avala el "piropo" y que compara la igualdad de género con la demagogia y el nazismo. El mismo que mientras se aprobaba el cupo femenino muy a su pesar, desmantelaba por persecusiones personalistas la unidad fiscal especializada en femicidios.

Más acá, trabajadores se unían a la marcha en Resistencia con el cartel "nadie menos". Porque nadie es Él, y Él lo es todo, la vida que importa. Dicen que fue por ignorancia, una ignorancia conveniente. Sonoridad en vez de sororidad. Comienza el vomito de falacias discursivas por micrófono. Quieren revictimizar a la compañera Eliana, esta vez no esta sola. No lo permiteremos más.

¿Más acá? Estamos en Såenz Peña, nos dispersamos, nos desconocemos, la vida en algunos lugares no habilitan romper el silencio. La hermandad no nace de un repollo, ni de una sociedad visiblemente machista. Pero conectamos al fin, nos escuchamos, algunos se burlan de la fecha, otros no comprenden, una funcionara declara, atina algo sobre ni una menos, no sabe que paramos, que dejamos de producir, o lo omite. Ignorancia conveniente. Otra nos pide que sonriamos para la foto, a pesar de todo hay que sonreír dice. Disciplinamiento femenino en la abnegación. No, yo no quiero reír ni publicar mi cartel en facebook. Esta marcha nació para romper la impotencia y lanzar la furia.

Qué hacemos ahora, ¿nos vamos? acá nadie nos dijo que marcharíamos, ¿quién nos tenía que decir? "Pero no tenemos permiso para marchar" dice una compañera. No tiene remate. La compañera Fernanda en su sabia rabia toma la palabra. "¡Tomemos la calle compañeras!". Vamos, es temeroso al principio, comienzan los bocinazos, indignación, nos damos cuenta que somos muchas, no pedimos permiso para reclamar que dejen de matarnos. Improvisamos un cordón humano. No. Me corrijo, un cordón de mujeres.

Otra compañera acompaña nuestra caminata con la guitarra, canta el Ni Una Menos de Chocolate remix, "vamos mujer, que aquí nos están prendiendo fuego", canta, vocifera, triste paradoja. Un machurro la atociga al lado, la desafía, frena su paso, quiere que cante lo que él quiere, está borracho sí, pero no es el alcohol quien habla, no es un animal ni una bestia, tampoco está enfermo. Es un hombre simplemente, y está más sano que nunca. Pide que cante La Balada del Pistolero. No tiene remate. "Una menos machista no tenes", agita la compa, el resto la defendemos y alejamos a ese tipo.

Tránsito y un camionero nos exigen permisos y paso, amablemente claro, porque las mujeres debemos ser amables. Pasa otro y pide que vuelvan los milicos, quiere pasar desapercibido, cobardía propia de su clase, Cinthia y Fernanda no se lo permiten. Fernanda lo persigue, nosotras la acompañamos. "Acá no hay militares, acá está la militancia", grita Melina. El señor callado y desencajado. Las cosas se revierten por 5 segundos. En asamblea nos escuchamos, nos conocimos, compartimos, hicimos un documento. Nos interrumpe otro señor, quiere sacar su auto. Su auto y su tiempo tiene que ser más importante que las palabras de una compañera madre que perdió a su hija en un femicidio. Otro señor empieza a martillar al lado, sin registro claro, pero que el ruido tape nuestras voces. Melina lo calla. Y no podía faltar el representante de todos esos falsos "feministos" que aparecieron en las últimas horas. En una imagen casi bizarra, estuvo todo el tiempo subido a su falomoto, diciendo qué y cómo debíamos hacer. Claro, de acuerdo con nosotras, con la mejor intención, intentando ser protagonista y que todo vuelva a la normalidad. No quita el acompañamiento real y respetuoso de otros varones. Las que escribimos este día fuimos nosotras, la huella estaba hecha, el grupo de whatsapp más misógino quedó callado.

Leemos el documento, una hora después, acordamos que no será la única vez que nos reunamos, en noviembre nos vemos de nuevo, vamos a los barrios. Se acerca un cana con cuaderno en mano, empieza a interrogar a una compañera. Quiénes eramos, qué pedíamos, qué más íbamos a hacer, pero por sobre todo insistía en saber quien estaba a cargo. Nuestra respuesta fue contundente: TODAS.