miércoles, 27 de marzo de 2013

“¡Hazme árbol!”: Una Bandada de Versos de Facundo Chirino


“Aún lo soy,
árbol protector
soy la brisa, que añora tu amor”
suspira Facundo Chirino en uno de esos versos que conforman su primer “Bandada…” publicada.

Suspira pero con firmeza, con esa voz grave de hombre de Provincia, de jóvenes “canas que mienten su viaje”, de manos trabajadoras, pero con la sensibilidad solo vista en verdaderos poetas, con el clásico romanticismo del amor sensual terriblemente material (carnal) como inalcanzable.

Un roble, se dice, un roble, también como se ve, quien no es un buen observador, no verá en ese hombre alto y esbelto, de tez morena y barba, además de lo duro e inamovible de su sentimiento, la belleza fina y la sensibilidad que transmite su mirada.

El poeta con overol (se reconoce como trabajador de fábrica) tampoco escapa de los caminos típicos del romántico: vuelca completamente sus versos a la mujer amada, ángel devenido  demonio a veces, y la compara constantemente con el azar y la tempestad de la Naturaleza. Pero estas características que en tiempos posmodernos podrían ser ya lugares comunes, Facundo las transmuta en la honesta y cálida obra de quien más que hacer, vive  la poesía.

Él es El Hombre Romántico, ella (dibujada por el mismo poeta) es La Mujer, única, la primera, como la nombra. Es el hombre rudo que la posee en lo real (“yo te iré consumiendo como la montaña”) y sin embargo, se sabe entregado, rendido ante ella (“Me haces tan pequeño, te sueño gigante, amanecida, te creo todo”) hasta el punto de temer y saber que no puede alcanzarla plenamente. Se condensa este juego, que rodea la histeria, en una síntesis impactante y sencilla:
“Mis deseos en tu palma
Las manos sobre tu falda”.

Esta flora y fauna que personaliza para poder describirla y describirse con ella revelan otro pilar fuerte en su poesía: el localismo, también muy romántico, presente en su obra. Tordos, gorriones, colibríes, tórtolas, mariposas, álamos, petunias, palmeras, robles, ciruelos, almendros, un tibio sol, una metáfora para cada uno, localizan al lector en un espacio que se reconoce como una provincia argentina. Su Mendoza natal, su actual San Luis, quizás.

Pero por sobre todo, nos ubica en el interior del propio escritor, que va relatando ese único amor que nace, se consuma, se extraña, se pierde, se perpetúa, obstinadamente, como él mismo nos lo presenta.




CECUAL, RESISTENCIA. Encuentro de poetas nacional ENIE 2012 en las provincias Chaco Corrientes. Un grupo extraordinario bajo el lema "la alegría como revolución".







COSTANERA SUR, CORRIENTES. Facundo es también uno de los fundadores de esta experiencia que acerca y federaliza el arte poético en el país.




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martes, 26 de marzo de 2013

EL PENSAMIENTO FEMINISTA. UN PUENTE HACIA NUEVOS HORIZONTES

(Presentado en: XII JORNADAS DE ESTUDIANTES DE FILOSOFÍA
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE. 2012)

(…) Un hablar callado. Insinuaba que la niña había quedado atrás, como en sueños, despertando las miradas suspicaces que confirman al mismo tiempo que la vuelven tan etérea como la gasa de un corpiño. Un susurro lenceril. Sobre todo, no gritar lo que aún no se ha llegado a ser.
El Corpiño – Cristina Siscar

Me permito en este texto utilizar nada más que algunos disparadores discursivos, llamar a la reflexión a través de un cuasi ensayo, abierto, debatible y en construcción.
Por provenir quizás mucho más de la poesía o del género periodístico, me amarraré fielmente al concepto directo, ingenuo, del ensayo como verbo: ensayar. Practicar, experimentar, intentar, afirmar, errar, corregir, reafirmar, en definitiva, jugar con los conceptos, y ponerlos sobre la mesa para compartirlos y pensarlos en conjunto.
Pretendo aquí ver al pensamiento feminista como un puente conceptual en el pasaje de paradigmas que vive la hipermodernidad. Además de presentar al empoderamiento de sus postulados como posible vía evolutiva de la sociedad. Todo, mediante la concepción del activismo como figura pragmática que nos permita la acción con y en el discurso.
Esto, a sabiendas de lo que ya señalaba Michel Foucault al afirmar que “el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio del cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse”[1].
En un primer acercamiento a la novel historia del feminismo es inevitable reconocernos, en nuestra condición de mujeres, como víctimas de una violencia histórica, social y cultural que fue construida al mismo ritmo que los procesos de civilización, al menos dentro del encuadre occidental.
En su libro Vacas, Cerdos, Guerras y Brujas, Marvin Harris, deja en claro las razones materiales y culturales de la supremacía del varón sobre la mujer. Aboliendo completamente el mito de una dominación con supuesta base biológica en la división sexual del trabajo.
Razones, que por otro lado, estaban ligadas al conflicto bélico con armas de mano y la disputa por el territorio, ámbitos primeramente explorados por los hombres de las tribus. Actividades que de ninguna manera tenían, hasta ese momento, un mayor valor simbólico[2] que el realizado por las mujeres (crianza de hijos, defensa de las aldeas, producción de alimentos, entre otros) dentro de sus comunidades.
“En la sociedades humanas, -dice Harris-, el dominio sexual no depende de qué sexo alcanza mayor tamaño o es innatamente más agresivo, sino de qué sexo controla la tecnología de la defensa y de la agresión”[3].
La guerra como principal causa, o principal estrategia adaptativa (HARRIS, Marvin. 1974: 53), de condiciones tecnológicas, demográficas y ecológicas específicas sirve para explicar por qué la historia de la humanidad ha sido escrita en base a conflictos armados. Y también el por qué estos conflictos han ido de la mano de un sujeto hegemónico[4] identificado con el varón.
Es en la transformación positiva que propone este autor, dónde deja abierta la esperanza de nuevos grupos que encuentren también nuevos medios de resolución de conflictos. Y es nada más, y nada menos, en este estado de situación en el cual las mujeres, ya no sólo como colectivo (aunque también como ello) sino asumidas como el 50% de la población mundial[5], debemos vernos empoderadas del lugar que ocupamos, y asumir la responsabilidad y desafío de buscar esos nuevos medios. 
Pero retomemos algo de lo dicho anteriormente, cuando se habló de la historia del feminismo, dije que era inevitable reconocernos como víctimas de una violencia social, cultural e histórica. Sería interesante, entonces, introducir algunas consideraciones y características de la violencia de género a este nivel macro de análisis que presento.
Existe un gran desarrollo en cuanto a bibliografía dedicada a la violencia, y más específicamente a la violencia de género y el maltrato familiar. Susana Velázquez logra una definición integral de violencia de género como “todos los actos mediante los cuales se discrimina, ignora, somete y subordina a las mujeres en los diferentes aspectos de su existencia. Es todo ataque material y simbólico, que afecta su libertad, dignidad, seguridad, intimidad e integridad moral y/o física”[6].
Si bien hay una clara adhesión a este concepto, también se deja para debates posteriores la cuestión de relacionar género y violencia sólo ligada al sexo femenino. Sin embargo, lo interesante de la propuesta de Velázquez radica en que trabaja en base a la identidad de la víctima y el poder de resignificación de su subjetividad dañada, debilitada, no para desligarse de la situación de violencia -como forma de silenciamiento de la misma- sino como herramienta de superación y construcción de una etapa posterior, fuera del ciclo de violencia.
Estas teorías están aplicadas al tratamiento de casos particulares, me tomo la libertad de utilizarlas a este nivel macro, ligado a las desigualdades de corte machista, y a las lógicas estructurales del patriarcado, la hegemonía y dominación masculina.
Es así que, a partir de lo expuesto, surge la pregunta de cómo lograr esa resignificación de los procesos represivos, traumáticos y violentos a las que somos sometidas a nivel estructural.  Y aún antes, preguntarnos por qué la actualidad nos demuestra un reajuste de estos procesos violentos y represivos.
Los hechos son claramente visibles, no es necesario siquiera incursionar en discriminaciones, violencias simbólicas, laborales o privaciones de derechos. Sólo hablando de femicidios[7] en Argentina tenemos cifras crecientes que suman 119 mujeres asesinadas por violencia machista sólo en la última mitad del 2012[8], con modos también cada vez más agresivos que van desde la muerte a golpes, disparos de armas de fuego e incineraciones.  Cabe destacar que ésta es una tendencia mundial, aunque también contemos con hechos recientes, paradigmáticos y cercanos en Corrientes como el de la joven Valeria Azar, asesinada por su ex novio de un disparo de rifle, o el de la doctora Andrea Alcaraz impunemente atacada por su ex marido quien la desfiguró con cortes en la cara en un lugar público.
Retomemos también que en la presentación del tema contextualicé al pensamiento feminista dentro de la hipermodernidad. Algunos autores denominan bajo este nombre a las megatendecias actuales, que funcionan a nivel global influidas por las nuevas tecnologías, las realidades virtuales, el hiperconsumo, el individualismo, lo efímero y superficial como características de todo nuestro actuar.
El término hiper hace una exaltación de estas tendencias, que se despliegan, filosóficamente hablando, a la pérdida y desarticulación del ser, y materialmente, a la destrucción de nuestro entorno. Y ante tal situación límite han comenzado a gestarse distintas respuestas inscriptas en movimientos sociales, ecologistas, humanistas, de libre cultura, espiritualistas, y por supuesto, luchas por la reivindicación de la diversidad y la igualdad.
Con respecto a esto último, retomaremos más adelante la relación inseparable, falsamente denominada contradicción, entre diversidad e igualdad. 
Antes, es necesario remarcar otra característica del hipermodernismo actual  a nivel del inconciente social[9]: la pérdida del Principio de la Autoridad Paterna, entendida como crisis de autoridad global. Tal como lo describe el psiconalista lacaniano Eric Laurent, esta crisis sumada a la creciente visibilidad y la conquista de espacios públicos por parte de las mujeres es lo que exacerba las explosiones de agresividad de hombres contra mujeres, ya que ven a este cambio, a la ausencia de su función de padre,  “como una castración insoportable a su autoridad”[10].
Laurent, habla del desafío del psicoanálisis por “tratar de inventar una figura de mujer que no sea la virgen, la dama de hierro o la madre sino una mujer que ocupe un lugar en el fantasma del hombre”[11].
Sin entrar más profundamente en estos términos psicoanáliticos, podríamos expandir a otras áreas el desafío que plantea este autor, y al menos, repensar de forma crítica, la figura de la mujer como otredad. En términos del Otro Esencial, como lo expresa Simone de Beauvoir, que no puede reconocerse sino en base a y en relación a lo Uno Absoluto (el hombre). “La mujeres carecen de los medios concretos para congregarse en unidad que afirmaría al oponerse. Carecen de un pasado, de una historia, de una religión que le sean propio, y no tienen, (…) una solidaridad de trabajo e interés”[12].
He allí, en palabras de Beauvoir, escrito ya en 1948, el germen para la resignificación y el cambio propuesto. Cambio que quizás continuó gestándose y ampliándose a otros flujos de pensamiento cuando, 51 años después, la ecofeminista y wiccana Miriam Simos, más conocida como Starhawk, escribía:
En realidad, simplemente se está diciendo que la verdad de nuestra experiencia es válida tanto si se tiene raíces de miles de años de antigüedad o de treinta minutos de antigüedad, que hay una verdad mítica cuya prueba no se demuestra mediante referencias o notas al pie de página, sino porque aborda emociones fuertes, moviliza profundas energías vitales y nos da un sentido de historia, propósito y lugar en el mundo.[13].

Pasado, historia, religión, criterios de verdad, solidaridad, lugar en el mundo. Estos son los nuevos y más antiguos desafíos que se plantea el feminismo. Y como tales, deben entenderse como desafíos que en absoluto pueden clasificarse por sexo o género.
En palabras de Diana Maffia, el desafío actual supera a los desafíos puntuales de las 3 olas históricas del feminismo[14], apunta a la integración en dos corrientes: la primera, con otras demandas sociales y la segunda, con los movimientos populares emergentes. “Si no veo muchas otras maneras de ser mujeres y el feminismo no se compromete con esas otras maneras, lo que no se compromete explícitamente queda entonces ausente de esa línea de compromiso”[15].
La compleja realidad de la hipermodernidad sostiene una visión de la política cargada de frivolidad, individualismo y superficialidad mediática. En términos de Gilles Lipovetski, la reactivación de ciertos aspectos de los derechos humanos y la democracia, pueden movilizarse como posibles espacios de resistencia a esta visión de la política (Francisco Romero Mejía).
¿Es este un buen momento para poner en prácticas estos mecanismos de reactivación? ¿Es necesaria la inserción de instituciones que los tomen como objetivo?
La respuesta ya está hecha, sólo es necesario enumerar algunos hechos: la puesta en marcha de las leyes N° 24.485 de Protección Integral de la Mujer, pero también la N° 26.618 de Matrimonio Igualitario y la N° 26.743 de Identidad de Género a nivel nacional, así como los movimientos que están empezando a consolidarse en Corrientes y Resistencia, a nivel local.
En Corrientes: la agrupación Frida Kahlo, la Multisectorial de Mujeres, Mujeres por el Derecho a Decidir, el grupo local de Basta contra la Violencia de Género Argentina, y aún más desarrollados, Ateneo Juana Azurduy, Unidos por la Diversidad, Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumalá) en Chaco. Esto, sólo por hacer una lista acotada por su trascendencia o visibilidad mediática y pública.
Aunque quizás quienes mejor hayan entendido esta nueva lógica del feminismo integracionista en esta -para nada- exhaustiva lista, sean las integrantes del Movimiento Barrios Unidos, agrupación que funciona en un barrio de la periferia de Corrientes, Capital con capacitaciones, actividades y docencia en el barrio. Sus integrantes, en su gran mayoría mujeres, se avocaron a la realización de actividades sociales en su comunidad, y en ese gran marco llevaron a la praxis la transversalización del pensamiento feminista en otros tipos de problemáticas actuales.
No es casualidad que ellas, en el primer Cabildo de Mujeres que organizaron el 8 de marzo del 2012 en la Ciudad, hayan utilizado como eje de sus debates la palabra empoderamiento.
Entendiendo por empoderamiento al “proceso de desafío de las relaciones de poder existentes, así como el de obtención de un mayor control sobre las fuentes de poder. Proceso orientado a cambiar la naturaleza y la dirección de las fuerzas sistémicas, que marginan a la mujer y a otros sectores en desventajas en un contexto dado”[16].
Este término ayudará a englobar ambos aspectos expuestos: un activismo no sólo involucrado, sino indisoluble de las prácticas sociales y en constante relación, en cuánto a sus objetivos, con otras realidades como la ecología, los derechos humanos, la pobreza, la cultura, la desigualdad, la espiritualidad, entre otros. Y por otro lado un activismo que lucha no sólo con sino por el discurso, por apropiarse del mismo, nuevamente parafraseando el enunciado de Foucault.
Este nuevo (y también viejo) desafío propone la bajada material de las propuestas teóricas del feminismo, así como el quiebre de la pasividad y sumisión consecuentes de la violencia estructural ejercida hacia las mujeres a través de la incorporación del activismo como modo de superación.
Pero esto no desestima el lugar de la teoría y del pensamiento filosófico del feminismo, por el contrario trata de romper con los miedos, prejuicios, superficialidades en torno a la propia palabra feminismo.
Al propósito de la teoría, Nelly Richards la plantea como modo de analizar la articulación y desarticulación de identidades y “para entender la cuestión del lenguaje, el discurso y la representación como aquellas mediaciones simbólicas que el feminismo debe tomar muy en serio”[17]. Y debe hacerlo para reforzar tres distancias: el de la naturalización del cuerpo, del yo esencializado y de la metafísica de una identidad femenina formada en la composición binaria mujer-hombre.
Volvamos a enumerar algunos ejemplos destacados de giros paradigmáticos en tanto las relaciones de poder en el discurso. La arqueóloga lituana Marija Gimbutas, la controvertida Valerie Solanas y la antropóloga wiccana Margaret Murray, las tres esbozaron una apropiación de uno de los discursos más herméticos y naturalizados, el discurso científico.
Marija Gimbutas realiza su obra póstuma Los diosas y los dioses de la Vieja Europa, que propone un trabajo histórico y arqueológico de la Edad de Bronce, la llamada civilización preindoeuropea con una cultura dónde primaba el dominio social de la mujer y la cosmovisión de una Diosa que tenía el principio creativo; “el elemento masculino, humano y animal representaban poderes que estimulaban la vida pero que no la generaban”[18].
Margaret Murray, la autora británica que más ha influido en la Wicca[19] moderna, por su parte, postuló una hipótesis también de base histórica y antropológica que explica la brujería medieval como mutación o degeneración de un culto antiguo a un dios astado proveniente de épocas paganas. Un dios fuertemente relacionado a las fuerzas femeninas y naturales.
Y dejamos por último  a la controversial Valerie Solanas, reconocida como la chica que disparó contra Andy Warhol, pero trascendente por su Manifiesto SCUM (Society for Cutting Up Men). Un manifiesto psicologizante,  utópico y radical, de ideas bien plasmadas aunque claramente misándricas. Partiendo de una idea sexista, Solanas atribuye a los hombres las tragedias y desigualdades del mundo, diciendo que son ellos los causantes de la des humanización capitalista, las guerras, el sistema monetario y la especulación y fantasía del consumo.
Las tres autoras, en distintas épocas y contextos, fueron deslegitimadas por sus postulados dentro de la comunidad científica, echadas al olvido por no cumplir con los criterios de ese gran sistema de exclusión discursiva que Foucault llamó voluntad de verdad. Evidentemente, ni Murray, ni Gimbutas ni Solanas lograron formar parte de esa verdad por no seguir las reglas que la policía discursiva (Foucault. 1992: 31) exigía como control disciplinario. Pudieron, en cambio, apropiarse de este tipo de discursos para influir en otros campos.
Mucho tiempo después, será la filósofa queer Beatriz Preciado la que realice un rescate de lo propuesto por Solanas, entendiendo que lo que ella enunciaba como “los hombres o el macho” en realidad era esta figura social del sujeto hegemónico, patriarcal, burgués y occidental. “Solanas había visto las cosas con cierta precisión. Cuarenta años después sólo un elemento parece haber cambiado: todas las características grotescas que Solanas atribuye a los hombres en la sociedad capitalista de finales del siglo XX parecen hoy hacerse extendible a las mujeres. (…) Son criaturas ‘deficientes emocionales’, ‘egocéntricas, encerradas en sí mismas incapaces de empatía, identificación, amor, amistad, afección o ternura”[20].
Será Preciado en este párrafo quien vuelva a poner una visión crítica de un hipermodernismo que construye seres insensibles (“incapaces emocionales”), y dónde se volverá a plantear las cuestiones de igualdad y diversidad que prometimos retomar, como parte de este nuevo desafío social del feminismo, y de las mujeres particularmente.
Maffia distingue Identidad metafísica y ontológica, por un lado, e Igualdad, por otro. Ontológico como la diferencia marcada por la naturaleza, por lo que es, lo que podría entenderse como el órgano sexual con el que nacemos, y metafísico como esas diferencias propias de cada cuerpo. “En cambio, la igualdad es un concepto político, no es metafísico u ontológico. La igualdad implica igual capacidad de derechos y a lo que se opone no es a la diferencia, se opone a la desigualdad”[21].
“Para que se nos otorgue igualdad política, ¿es legítimo que se nos exija identidad? ¿La igualdad es solamente para los idénticos? ¿O puede haber igualdad política para los que somos diferentes?”[22], se pregunta Maffia.
Esas preguntas, hechas desde un pensamiento feminista, funcionan como la metáfora del puente –transitorio, pero que debe cruzarse- para pensar y actuar hacia nuevos horizontes. Nuevas realidades que puedan construirse desde un activismo personal, pero identificado con los demás, de rasgos humanistas, participativos y democráticos.
Lo que trató de presentarse en este, como ya dije, cuasi ensayo son los mecanismos de defensa, resistencia y quiebre a una actualidad hipermoderna de sujeción del ser, de represión y violencia que presentan en algunas nociones del pensamiento feminista. Así como la tarea de ponerse en acción, es decir ir de la pasividad  (que caracteriza tanto a las mujeres, como a otros grupos subordinados, como a hombres y mujeres de esta hipermodernidad) hacia la activación, sea espiritual, filosófica, discursiva, pero siempre política; además de romper con la otredad e imagen de víctima, para poder salir de este ciclo de violencia y ser capaces de resignificar nuestra historia para construir otros mundos posibles.
Amelia Valcarcel distingue tres posibles instancias de acción dentro de un mundo globalizado: la implicancia del multiculturalismo, que adhiere el concepto de diferencia y el respeto por la misma; la presencia y visibilidad de los organismos internacionales, tanto de instancias internacionales de redes y foros de mujeres como la presencia del feminismo como modo de adecuación de género en los programas internacionales; por último la buena y rápida acción internacional, “las mujeres no están esencialmente comprometidas con la paz”[23].
Sin ánimos de cerrar la gran diversidad de instancias, características y debates en torno al tema, me gustaría detenerme para finalizar, ya que hablamos de nuevos horizontes, en este retorno a la relación entre naturaleza, humanidad, política y acción como escenarios de estos nuevos horizontes.
“Es espiritual porque está dirigido al espíritu humano, a sanar nuestra fragmentación, a llegar a estar completas. Es mágico porque cambia la conciencia a voluntad. Además, es político”[24], explica Analía Bernardo refiriéndose al movimiento feminista iniciado por Starhawk.
“…Y seréis liberados todos de la esclavitud,
y entonces seréis libres en todo;
y como signo que sois realmente libres,
estaréis desnudos en vuestros ritos, tanto hombres
como mujeres; esto durará hasta que
el último de vuestros opresores será eliminado…”[25]
Charles Leland transcribe este poema popular antiguo que relata la leyenda de Aradia, hija de la Diosa Diana y homónimo del mesías cristiano para el paganismo Europeo, caracterizando la energía creadora femenina de este tipo de creencias.
Como promesa de una tierra prometida, de esa Tierra Sin Mal guaranítica, este fragmento de poema predice una buena parte del puente conceptual que propuse dentro del feminismo. Libertad. Paz. Igualdad. Armonía.
Como lo expresé al principio, quizás por provenir más de la poesía que del ensayo, no puedo cerrar esta exposición de ninguna otra forma que a través de versos, entendiendo la liberación y apropiación del lenguaje que ellos significan:

Como decía el incrédulo romántico:
Si a mí me lo preguntas
¡Poesía, soy yo!
La Naturaleza y todas nosotras
marcamos el fin del materialismo injusto
para que nunca más nos pongan palabras que no dijimos
ni nos digan aquellas que debemos decir.
Vamos a construir ese obelisco de discursos
para escalarlo, mordisquearlo
como si fuese el cuerpo del deseo.
Vamos a rebosar el caldero que nos cocina
como el agua viva, que moja, muta y regenera.



















BIBLIOGRAFÍA
Ø      De BEAUVOIR, Simone. El segundo Sexo. Editorial Debolsillo. Buenos Aires, 2010.
Ø      BERNARDO, Analía. Las Mujeres de la Diosa. En:
Ø      CHAER, Sandra y SANTORO, Sonia, comp. Las palabras tienen sexo. Artemisa Comunicación Ediciones. Buenos Aires 2007.
Ø      DÍAZ, Gwendolyn. Mujer y poder en la literatura argentina. Editorial Emecé. Buenos Aires, 2009.
Ø      FOUCAULT, Michel. El orden del discurso. Tusquets Editores. Buenos Aires, 1992.
Ø      FROM, Erich. Lo inconciente social. Editorial Paidós. México, 1993.
Ø      HARRIS, Marvin. Vacas, Cerdos, Guerras y Brujas. En:
Ø      LELAND, Charles. Aradia o el Evangelio de la Brujas. Londres, 1899. En: http://conocimiento.webcindario.com/conocimiento/Aradia,%20Evangelio%20de%20las%20Brujas.pdf
Ø      LEÓN, Magdalena. Poder y empoderamiento de las mujeres. T/M Editores. Santa Fe de Bogotá, 1997.
Ø      LÓPEZ MONTIEL, Gustavo. La frivolidad de la política en la hipermodernidad. En:
Ø      MAFFIA, Diana. Desafíos actuales del feminismo. Taller de Géneros y Educación Popular, Área de géneros y educación popular de Pañuelos en Rebeldía. Universidad Madres de Plaza de Mayo, 2006.
Ø      PRECIADO, Beatriz. Testo Yonqui. Editorial Espasa Calpe. España, 2008.
Ø      ROMERO MEJÍA, Edis Francisco. Los Tiempos Hipermodernos. En:
Ø      SOLANAS, Valerie y SANROMÁN, Diego L. El Manifiesto Scum. Precedido por de SCUM, Cell 16 y la Revolución Hiperfeminista. Agitprov Editorial. Distribución digital libre, 2003.
Ø      STARHAWK. La Danza en espiral. En:
Ø      VALCARCEL, Amelia. “La Memoria Colectiva y los retos del feminismo”. En: Los desafíos del feminismo ante el S. XXI. Hypotrio. Sevilla, 2011.

Ø      VELÁZQUEZ, Susana. Violencias Cotidianas, Violencias de género. Editorial Paidós. Buenos Aires, 2003.
Ø      VON SPRECHER, Roberto, coord. Teorías Sociológicas. Introducción a los contemporáneos. Editorial Brujas. Córdoba, Argentina, 2007.

Enlaces:


[1] FOUCAULT, Michel. El orden del discurso. Tusquets Editores. Buenos Aires, 1992. Pp. 12.
[2]  Se entiendo valor simbólico en términos del capital simbólico de Pierre Bordieu como ese plus que se agrega a otro tipo de capital (cultural, económico, social)  y lo reconoce como legítimo de quien lo porta. En: VON SPRECHER, Roberto, coord. Teorías Sociológicas. Introducción a los contemporáneos. Editorial Brujas. Córdoba, Argentina, 2007. Pp.42.
[4]  Diana Maffia define como sujeto hegemónico a un sujeto sexista, porque sólo los varones van a poder tener la capacidad de ser sujetos de derecho; clasista, porque es sólo el que tiene propiedad privada; y racista porque sólo si es blanco puede ser sujeto hegemónico. “Sujetos, política y ciudadanía”, en: CHAER, Sandra y SANTORO, Sonia, comp. Las palabras tienen sexo. Artemisa Comunicación Ediciones. Buenos Aires 2007. Pp. 23.
[5] Indicador porcentaje de población femenina según el Banco Mundial. En: http://datos.bancomundial.org/indicador/SP.POP.TOTL.FE.ZS
[6] VELÁZQUEZ, Susana. Violencias Cotidianas, Violencias de género. Editorial Paidós. Buenos Aires, 2003. Pp. 29.
[7] “El femicidio es la manifestación más extrema de este continuum de violencia. Dadas sus características, el femicidio ha sido definido por algunas autoras como una forma de pena capital que cumple la función de controlar a las mujeres como género; es decir, es una expresión directa de una política sexual que pretende obligar a las mujeres a aceptar las reglas masculinas y, por lo tanto, preservar el status quo genérico. (Ana Carcedo y Montserrat Sagot, 2000). En: http://www.redfeminista-noviolenciaca.org/index.php?option=com_content&view=article&id=53:que-es-el-femicidio&catid=39:alto-al-femicidio&Itemid=131
[9] Entendiendo el “inconciente social” como lo expresa Fromm, aplicado a un sentido abstracto y referido a ideas generales como el Eros y el instinto de muerte que  sirve, más que para conocerse a sí mismo, a un como sistema de represión cultural y social que naturaliza ciertas acciones e influjos externos. En: FROM, Erich. Lo inconciente social. Editorial Paidós. México, 1993. Pp. 27-59.
[11] Ibídem.
[12] De BEAUVOIR, Simone. El segundo Sexo. Editorial Debolsillo. Buenos Aires, 2010. Pp. 21.
[14] Amelia Valcarcel, entre otras autoras feministas, señalan 3 olas de luchas feministas que abarcan la 1° Ola del Feminismo Ilustrado, la liberación de la mujer nace como un hijo no querido de la Ilustración; 2° Ola del Feminismo Liberal Sufragista por la ciudadanía civil de las mujeres y la modificación de las costumbres y la moral; y la 3° Ola del Feminismo Setentaiochista de izquierda contracultural con los postulados de abolición del patriarcado y lo personal es político. “La Memoria Colectiva y los retos del feminismo”, en: Los desafíos del feminismo ante el S. XXI. Hypotrio. Sevilla, 2011. Pp. 25-57.
[15] MAFFIA, Diana. Desafíos actuales del feminismo. Taller de Géneros y Educación Popular, Área de géneros y educación popular de Pañuelos en Rebeldía. Universidad Madres de Plaza de Mayo, 2006. Pp. 67.
[16] LEÓN, Magdalena. Poder y empoderamiento de las mujeres. T/M Editores. Santa Fe de Bogotá, 1997. “El significado del empoderamiento de las mujeres: nuevos conceptos desde la acción”. Srilatha Batliwala. Pp. 193.
[19] La Wicca es “una religión que surgió hace unos 60 años de manos de Gerald Gardner, y esta basada en practicas con una de tendencia panteísta (de panteones de dioses) y centrada en la Tierra, y con distintas influencias”. En: http://www.wicca-argentina.com.ar/queeswicca.htm
[20] PRECIADO, Beatriz. Testo Yonqui. Editorial Espasa Calpe. España, 2008. Pp. 105.
[21] CHAER, Sandra y SANTORO, Sonia, comp. Las palabras tienen sexo. Artemisa Comunicación Ediciones. Buenos Aires 2007. “Sujetos, política y ciudadanía”. Diana Maffia. Pp.17.
[22] Íbidem.
[23] . VALCARCEL, Amelia. “La Memoria Colectiva y los retos del feminismo”. En: Los desafíos del feminismo ante el S. XXI. Hypotrio. Sevilla, 2011. Pp. 67
[24] BERNARDO, Analía. Las Mujeres de la Diosa. En:
[25] LELAND, Charles. Aradia o el Evangelio de la Brujas. Londres, 1899. En: